martes, 13 de febrero de 2007

Capítulo 17: The Transporter

Una secuencia ininterrumpida de fuertes meneos despertó a Simao. Se seguía encontrando en el interior de aquel camión de la basura, aunque ahora estaba solo. "Me han usado... me han usado!". Con una sonrisa en la cara Simao se levantó y trató de mantener el equilibrio apoyándose en las paredes. Al asomar por la parte de atrás descubrió que estaba entrando en un recinto vallado y que el camión reducía su marcha progresivamente.
Tras detenerse, el camión comenzó a dar marcha atrás y, acercándose a un acantilado lleno de basura, empezó a inclinarse la parte trasera del camión. Simao debía salir de ahí antes de que toda la basura que transportaba cayese sobre él y le enterrara en aquel hoyo sin posibilidad de salir.
Con un ágil movimiento Simao se encaramó al borde de la parte trasera y con un rápido impulso saltó al exterior, enganchándose con su hacha de mano en la parte exterior del camión. Lo había logrado. Con una mirada triunfante el cabecilla de la mafia importadora portuguesa miró al fondo de la fosa. Ahí yacían miles y miles de cadáveres que él mismo había enviado hasta ahí. Se sentía orgulloso.
Metió la mano en el bolsillo y extrajo su paquete de tabaco. Encendió uno y, mirando el reloj, se giró para ver hacia dónde se dirigía el camión ahora.
Tras acabarse el cigarro Simao comprobó la recámara de su pistola y se guardó el hacha en el cinto. Mirándose las heridas de los brazos pensó en tratárselas. "Quizás no es buen momento. Tendré que esperar a estar a salvo, aquí es arriesgado."
Volvió a mirar el reloj. "Tengo que salir de aquí."
Rápidamente comenzó a correr hacia la valla, tratando de esconderse detrás de los contenedores y los edificios que encontraba a su paso. Nadie debía verle ahí.
Finalmente llegó a la valla. Estaba cubierta con alambre de espinos, nada que Simao no pudiese superar. Extrajo su hacha del cinto y comenzó a golpear la valla con todas sus fuerzas. Tras varios impactos uno de los pivotes que estaba golpeando cedió y la valla se dobló, dejando así un camino fácil de superar. "Ha sido más fácil de lo que pensaba..."
Saliendo del recinto a toda velocidad, Simao se dirigió hacia la autopista más cercana. No circulaban muchos coches, lo cual facilitaría su labor. "Tengo que conseguir un vehículo rápido y fiable". Habitualmente ésas eran las cosas que decía en los concesionarios antes de atracarlos, pero esta vez no tenía ni el tiempo ni la variedad para elegir, asíque comenzó a deslizarse por el lateral de la autopista para adentrarse en ella y detener al primer vehículo que pasara.
Pocos segundos tuvieron que transcurrir para que apareciese el primer coche. "Hoy es mi día de suerte." Para la sorpresa de Simao se trataba de un BMW Z4 descapotable, tuneado y con mejoras de motor. Simao sabía qué cilindrada y potencia tenía con sólo escuchar el rugido del motor. "Perfecto, 3.246 cc de motor, con peso de 1.485 Kg, seis cilindros, 343 CV de potencia, motor gasolina, 6 velocidades, velocidad máxima de 250 km/h y un consumo aproximado de 12L/100Km. Mejor imposible."
Comenzó a agitar los brazos tratando de llamar la atención y poco a poco fue colocándose en el centro de la autopista para impedir el paso del vehículo y obligarle así a frenar o esquivarle.
El conductor del coche, al ver a Simao, redujo su velocidad y finalmente se detuvo. Abriendo su ventanilla se dirigió hacia Simao.
- Está usted bien? Necesita que le lleve a algún sitio?
- Sí, sí... por favor, me he quedado sin gasolina. Lléveme a la gasolinera más cercana a ver si puedo... - Simao se acercaba poco a poco al vehículo hasta detenerse al lado de la ventanilla.
- Suba, suba. Le llevaré, no se preocupe.
- Muchas gracias. Yahvé se lo pague. - Simao subió al coche, y en el mismo instante en el que se sentó en el asiento sacó su pistola y encañonó al pobre civil. - Bájese del coche con las manos en alto y deje las llaves en el coche.
- Pe... pero...
- Hágalo.
- Por favor... no me haga nada... tengo familia...
- Salga del coche.
El individuo salió del vehículo entre lágrimas. Simao arrancó a toda velocidad haciendo tronar el motor. "Menudo lujo de coche."
Orgulloso de la marcha de su nuevo vehículo, Simao comenzó a acelerar. "A ver qué puedes darme nenita..."
Un fuerte crujido en el cambio de marchas hizo que Simao se sobresaltara... "Juraría que he pisado el embrague... qué cojones ha ocurrido?!"
El coche comenzó a hacer extraños y el volante se descontroló. A la velocidad a la que iba Simao no podía ya hacer mucho por evitar que el coche se estampara, sin embargo, por reflejo intentó frenarlo.
No le hizo falta pisarlo durante mucho tiempo dado que, para su sorpresa, el motor acababa de pararse en seco, echando humo, y el vehículo ya no reaccionaba a nada. Simplemente comenzó a reducir la velocidad, sin más.
"Joder!" Simao estaba decepcionado. "Menuda mierda de coche... BMW tenía que ser!... si tuviese aquí mi Ferrari 612 Scaglietti de 540 CV... por qué cojones me lo dejaría en la mansión de la playa?... con la falta que me hace..."
Simao sin duda echaba de menos esos 5.750 cc de motor y 12 cilindros. Ahora estaba en medio de una autopista, sin coche y a unos 40 Km. de la próxima aglomeración urbana.
"Mierda. Qué cojones hago ahora?" Simao estaba desesperado. Mirando a su alrededor se dio cuenta de que tenía pocas posibilidades de salir de ahí sin un vehículo. Estaba algo nervioso, pero sabía que lo único que podía hacer era esperar.
Tras unos minutos de espera en los que estuvo dando vueltas alrededor del coche que acababa de destrozar vio cómo un enorme trailer se acercaba al lugar en el que se encontraba.
"Bingo... dentro de lo malo... al menos tengo esto" Sonriendo, Simao comenzó a hacerle señas al camionero.
- Por favor! Deténgase!... Por favor! Necesito ayuda!
El enorme vehículo comenzó a reducir la velocidad hasta detenerse.
Simao se aproximó a él. Un enorme tipo asomó su cabeza por la ventana. Parecía que la cabeza fuese a quedarse atrancada en la ventanilla, pero no fue así.
- Saludos. Qué te ha ocurrido? - El camionero era corpulento, tenía brazos de grandes dimensiones y un piercing en la ceja, pelo largo y una sudadera bastante sucia y manchada de grasa. - Necesitas un viaje?
- Sí, sin duda me vendría bien. - Simao observó al tipo con atención. Tenía toda la pinta de ser un buen hombre.
- Sube. Te llevaré hasta la próxima ciudad.
- Gracias. - Simao subió al camión.
Al subir una enorme escopeta recortada le apuntaba a la cabeza. Simao se sobresaltó y a punto estuvo de saltar hacia atrás para sacar su pistola y abatir al perturbado que le estaba encañonando con aquel Winchester, pero el hombre le calmó.
- Tranquilo chico, es sólo por mi seguridad. Llevan varias semanas anunciando que hay un loco violando transportistas en la M-40. Suelo hacer mis rutas pasando por allí y no me haría gracia que llegara un pervertido de estos para meterme la mierda hacia dentro, comprendes?
Simao le miraba perplejo.
- Yo... yo no soy...
- Mira, no puedo fiarme de nadie. Simplemente mantente quietecito durante el viaje y todo irá bien.
- Bueno, yo...
- Venga, ponte el cinturón.
Simao se puso el cinturón y el corpulento transportista volvió a arrancar el camión.
- Por cierto, soy Güelbón. Encantado.
- Igualmente... yo... yo soy... soy Simao. - Aún no se había recuperado del shock.
- Bueno. Descansa. Te avisaré cuando lleguemos.
- No, gracias, estoy bien. Además, tengo que tratarme unas heridas y demás. No te preocupes.
Sacando el hacha del cinto Simao comenzó a rascarse las costras de las heridas.
- Para qué haces eso? - Güelbón estaba sorprendido.
- Para que cicatrice mejor.
Frunciendo el ceño Güelbón agitó la cabeza. "Menudo loco."

1 comentario:

Arturo Orgaz Casado dijo...

Jejeje, Güelbi camionero... La verdad es que no me lo podría imaginar de otra cosa... Y sobre ese violador de camioneros de la M-30... No será... ¿Spuky...?