jueves, 8 de febrero de 2007

Capítulo 12: Rutinas de un obrero

- Helen ayúdame con esta caja, que es enorme y no puedo con ella. - Agachada frente a una enorme caja de cartón, Paris trataba de encontrar la forma de moverla de donde estaba. - En serio, Helen, no puedes dejar el bocadillo para más tarde? Tenemos que acabar con esto cuanto antes. Tengo cita con el ginecólogo esta tarde y quiero llegar a tiempo.
- Voy.
Helen era una corpulenta mujer con pelo largo y oscuro que tendía a crecer más en sentido horizontal que en vertical por lo que, actualmente, a pesar de su juventud, estaba dotada de unas dimensiones descomunales.
Paris sin embargo era algo más delgada. Su pelo largo y oscuro disimulaba en parte sus patillas de apariencia masculina. Muchas veces le habían echado en cara en sus anteriores trabajos que para triunfar debería hacer algo al respecto.
Ambas llevaban ya un par de años en el negocio, y se conocían a la perfección todos los recovecos habidos y por haber de aquella ciudad.
- Te pasarás este fin de semana por el "rincón del amor"? - Helen siempre se interesaba mucho por Paris. Era como su hermana pequeña. La proporción física sin duda lo corroboraba, aunque en ciertos aspectos de origen psicológico no eran, en absoluto, parecidas.
Helen era algo más madura y tenía presente la crueldad del mundo, mientras que Paris aún era muy joven para darse cuenta de muchas cosas. Vivía en una burbuja creada por ella misma y de la que pocas veces lograba salir.
- Helen, siempre estoy allí. No sería nada nuevo.
- Y tu novio?
- Qué novio?
- Joder, chica...
- Ah! es verdad... que tengo novio... Pues ahora le llamaré a ver si le apetece hacer algo esta tarde cuando termine con el ginecólogo. De todas formas... deja de hablarme de eso ahora, tenemos que acabar esto.
- Ok. - Dejando su bocadillo a un lado Helen se dispuso a agarrar de la caja de cartón. - La tienes?
- Sí.
- Bien, pues suéltala. Lo haré yo sola, que te veo algo despistada.
- Pero... - Antes de que Paris pudiera decir nada Helen ya había levantado la enorme caja a pulso y lo había tirado en el interior del camión.
- Ves que fácil?
- Sí...
- Bueno, sube otra vez al camión. Conduces tú.
- De acuerdo. - Paris subió al camión y lo arrancó. Mientras tanto Helen se terminaba su bocadillo de chopped con queso y mermelada.
- Escucha Paris... hay algo que me gustaría decirte...
- Te escucho. - Paris no estaba prestando excesiva atención, pero simuló estar al cien por cien en lo que Helen iba a comentarle.
- Últimamente te noto algo descentrada. Tienes algún problema? Hay algún chico que te haya pegado algo?
- No, para nada. - La conversación captó la atención de Paris más de lo que hubiese imaginado. No se esperaba que Helen fuese a volver a mencionar el tema del sexo después de tanto tiempo sin hablar de ello. Hacía por lo menos 10 días que Helen no la preguntaba acerca de sus noches locas. - Sigo bien con mi novio, y me lo sigo pasando bien con los tipos que voy conociendo en el rincón del amor. Todo está bien. Siempre con protección, claro.
- Ya. Pero no sé... la semana pasada fueron diecisiete, y ésta supongo que habrán sido por el estilo... no crees que deberías empezar a sentar la cabeza?
- Ésta han sido 24. A no ser que también estés contando los biberones... en cuyo caso serían...
- A ver, Paris... no me refiero a eso. No quiero saber a cuántos te has pasado por la piedra este mes. En serio, no me interesa. Sólo digo que deberías empezar a plantearte el tomarte tu vida algo más en serio.
- Nadie me quiere... - Una lágrima comenzó a resbalar por su mejilla hasta caer sobre su mono. Después de ésa, otras tantas hicieron el mismo recorrido. - Por qué...? Siempre yo... nadie me quiere... nunca me han querido...
- Para, Paris. Sabes de sobra que no es cierto. Todos tus amigos te quieren. Tú siempre has estado allí para ellos y lo saben agradecer.
Paris comenzó a recordar diversas escenas... "Estar para ellos...". Bueno, es cierto que ella siempre estaba para ellos... pero ellos nunca querían escuchar lo que les contaba. "Cállate y sigue", ésa era toda la conversación que le daban. Tras una pausa volvió a romper a llorar.
- Nadie me quiere!
- Escucha, Paris... puedes estar segura de que yo te quiero. No seas ridícula, vale?
- Lo siento... no quería hacerte sentir mal... es todo mi culpa...
- Tranquila, no pasa nada. Estoy aquí para lo que haga falta, ya lo sabes.
- No, en serio... es mi culpa, perdóname... siempre es mi culpa... nadie me quiere, porque todo es mi culpa.
Helen suspiró mirando al cielo.
- Vale... escucha... para el camión aquí. Me voy a por un bocadillo. Te compraré una piruleta y una Coca-Cola Light a tí. Mientras tanto puedes echarle un vistazo a ver si encuentras algún desperdicio intersante en la basura. La gente tira muchas cosas útiles, ya lo asbes. - Guiñándole un ojo a su amiga Helen salió del camión.
Transcurrieron unos minutos hasta que Helen volvió para encontrarse el camión completamente abandonado.
"Dónde cojones se habrá metido esta pendeja...??!!" Helen dejó su bocadillo sobre el salpicadero y se encaminó hacia la parte trasera del camión.
De repente, un fuerte golpe proveniente del interior del camión sobresaltó a Helen, la cual intentó acelerar el paso para llegar al final del camión lo antes posible y ver qué estaba ocurriendo.
Tras correr aproximadamente dos metros Helen tuvo que detenerse para apoyarse en el camión. Jadeando intentó escuchar qué estaba pasando ahí detrás, sin éxito. Tras recuperar algo de aire empezó de nuevo a correr, esta vez alcanzando casi el final del camión de una sola vez.
Ahora podía distinguir extraños sonidos en el interior de la parte trasera del camión y comenzó a preocuparse. Fuertes gritos penetraban en el oído interno de Helen cada vez con más intensidad.
- Paris! Paris! Estás bien??!! - Con un último esfuerzo Helen dobló la esquina. - Paris! Por favor dime alg... CIELO SANTO!
Los gritos ahora eran más claros y no daban mucho lugar a dudas.
- Quién tiene el rabo! Vamos! Más fuerte! Dímelo! Pégame! Vamos! - Paris estaba botando encima de un cuerpo que parecía no tener vida. Ambos estaban encima de un viejo colchón que había en el interior del camión. - Más fuerte! Vamos!
- Pa... Paris? Está todo bien? - Helen se había quedado perpleja. No era la primera vez que veía a su amiga haciendo el amor con un cuerpo inerte, pero sí la primera vez que lo hacía en el interior del camión de la basura. - Creo que será mejor que volvamos a trabajar, cariño. Estás algo alterada y los nervis te la están jugando.
Ahora Helen se dio cuenta de que el cuerpo que yacía debajo de Paris estaba vivo. Estaba moviendo los brazos acompañando el movimiento de cópula y parecía gemir levemente, aunque ls potentes gritos de Paris eliminaban toda posibilidad de entender lo que el sujeto trataba de decir.
- Paris, para. Tendrás tiempo luego. - Helen no recibió respuesta. En el fondo sabía que en realidad era inútil, pero siempre le quedaba la esperanza de que algún día le hicera caso.
Tras ver que Paris no tenía ni la más mínima intención de detenerse, Helen volvió a la cabina del camión para acabarse su bocadillo.
Una vez terminado arrancó el camión y comenzó a dirigirse hacia la central para evacuar la carga. "A ver si hasta que lleguemos han terminado..."

1 comentario:

Arturo Orgaz Casado dijo...

Pero tío, ¿que clase de mente perversa tienes para imaginarte una historia de esta clase...?