Tongo yacía tranquilo sobre una de las camillas mientras una tailandesa le masajeaba la espalda. Llevaba tumbado sin hacer absolutamente nada desde hacía aproximadamente dos años. Sus abandonos de carrera en tiempos pasados habían llevado al gobierno a abolir las leyes de subvención para estudiantes, por lo que gracias a su brillante actuación en aquella época ya no existían subvenciones de ningún tipo, y muchos estudiantes tuvieron que abandonar la carrera, mientras que otros muchos se endeudaron de tal forma que acabaron suicidándose o trabajando entre 14 y 16 horas al día, sin contar las clases y las horas de estudio.
A Tongo todo aquello no le importaba. Él vivía bien. Sus padres le habían cedido al uso todos sus bienes y entre ellos se encontraba el terreno y el dinero con el cual había creado el maravilloso balneario en el que vivía ahora.
Él no necesitaba casa. Le sobraba con aquel paraíso artificial que había creado. Playas artificiales con oleaje artificial, salas de masajes, saunas, piscinas con agua caliente, hidromasaje... y para contrastar, piscinas heladas, pistas de patinaje sobre hielo y muchas cosas más.
El jeque portugués se autoproclamó amante de la naturaleza, y por ello decidió construir una jungla artificial que más adelante abriría al público para obtener beneficios.
"Fue una gran idea. Los amantes de la naturaleza de todo el mundo vienen a mi balneario en forma de jungla para disfrutar del ambiente. Mi dedicación a lo largo de muchos años finalmente obtiene sus frutos."
- Quiere que siga señor? - La esclava tailandesa le miraba ahora con atención.
- Sí. No pares, estoy cansado. El trabajo me estresa.
Pasados unos minutos Tongo se decidió a abandonar la sala para darse una vuelta por su brillante creación.
- Puedes parar, tómate un descanso.
Al salir a su recibidor vio en las pantallas de las cámaras de vigilancia que antiguos amigos suyos de la infancia habían venido a visitarle. "Qué gran honor".
Tongo salió a recibirlos personalmente y, tras saludarles a todos eufóricamente le indicó a los cajeros que sus amigos no pagarían.
- Están invitados. - Guiñándoles un ojo les hizo una seña para que le siguieran al interior del balneario. - Disfrutadlo todo lo que podáis. Ahora mismo me uno a vosotros.
Largo se entretuvo leyendo el prospecto del lugar y, para su sorpresa, encontró en él las reglas del recinto.
- Chicos, antes de entrar creo que tenemos que desnudarnos. Del todo. Por lo visto el lugar supone ser la jungla, y según dice aquí en la jungla van todos desnudos.
- Protesto. - Landros sabía que en lo referente a la historia aborigen se había malinterpretado gran parte de los documentos que aún existían de la época de la conquista. Según recientes estudios, en los que Landros mismo había participado, los indígenas tenían una forma de vida muy avanzada, y gran parte de la población eran diseñadores de grandes marcas como Tommy Gilifiger, Rastaphary Lauren, o Elcosto. - En la jungla la gente no va desnu...
- Yujuuuu! - Antes de que Landros hubiese acabado la frase, Largo ya se había desnudado por completo y correteaba a lo largo de los pasillos, parándose ante cada puerta para mirar en su interior y marcarse un baile. - Dónde queréis ir primero?
- Vamos a la piscina. Un bañito no vendrá mal. - Por no dejarle solo, el resto de los acompañantes decidieron unirse a Largo y desnudarse antes de entrar.
Una vez dentro pudieron admirar la belleza del lugar. Era un paisaje paradisíaco. Los árboles, los ríos y las cataratas le daban un aire natural que realmente relajaba a todos los visitantes que se adentraban en aquel sitio.
La jungla artificial estaba llena de gente. Era el lugar perfecto para pasar un día libre, y la gente lo sabía. Miraran donde miraran siempre había algo que perturbaba su vista.
"Dios mío, pero qué clase de broma pesada es esto?"
Jack no estaba del todo conforme con la situación. El lugar parecía estar lleno de hombres desesperados y la escasez de mujeres atractivas resultaba algo incómoda.
Largo seguía bailando y pegando brincos por todo el recinto, y de vez en cuando se paraba a hablar con algunos desconocidos. Mientras tanto, el resto se metían en el agua para nadar un poco o dejarse llevar por las corrientes.
Después de un rato, Tongo volvió a unirse al grupo, esta vez sin toalla.
- Qué tal? Cómo lo estáis pasando? Os gusta el lugar?
Para su sorpresa nadie parecía estar escuchándole. Todos estaban centrando su atención en el enorme miembro que Tongo, involuntariamente, estaba exponiendo.
- Qué os pasa? - El portugués no parecía haberse dado cuenta de qué es lo que estaba dejando estupefactos a los componentes del grupo. - Tengo algo en la cara?
Tras unos minutos Largo volvió al grupo. Había inspeccionado todo el lugar y había hablado con prácticamente todos los visitantes. Al llegar a la zona en la que se encontraban sus amigos comenzó a explicarles lo que había visto.
- Ey, chavales, ahí al fondo hay un tobogán de dimensiones descomunales, y más allá una palmera que tiene un tronco que no es normal, y si os fijáis en esa roca os daréis cuenta de que se asemeja sospechosamente a una vagina, pero sólo podría penetrarla un falo de grandes medid... - En ese momento vio que Tongo también se había unido. - Anda, Tongo, pero si estás con nosotros.
Sonriente, Tongo le contestó.
- Sí, claro. Os dije que me uniría a vo... - Antes de acabar la frase el sonido de un fuerte golpe le interrumpió.
Largo se había desmayado.
Rápidamente todos se acercaron a ver qué le había ocurrido, y tras pocos minutos consiguieron reanimarle.
- Largo, estás bien? Qué te ha pasado? - Banyo le abofeteaba la cara mientras le hacía preguntas para mantenerle despierto.
- He tenido una pesadilla. - Largo comenzaba a reaccionar.
- Tío, te has desmayado sin más... qué cojones te ha pasado?
- No sé, tronco... esque me ha parecido ver un enorme...
- Estás bien Largo? - Tongo se acercó a su amigo para ver cómo se encontraba. - Necesitas ayu...
Largo se volvió a desmayar.
Tras abofetearle repetidas veces con progresivo aumento de la intensidad, Largo volvió a despertar. Ahora estaba más blanco que antes y balbuceaba de forma incomprensible.
- Largo, concéntrate... habla más claro. - Banyo seguía sujetándole la cabeza para impedir que se golpeara contra el suelo.
- He... visto... - Largo no podía completar la frase.
- Tranquilo. Respira.
- Enorme... gigantesco... más grande que el mío... humillante...
- De qué cojones hablas? - Banyo comenzaba a desesperarse mientras el resto se amontonaba a su alrededor.
- Joder... - Largo se recuperaba poco a poco. - Habéis visto su tranca???!!!
Señalando a Tongo se incorporó y trató de ocultar su propio miembro con el otro brazo. Largo se sentía humillado. Nunca había visto un aparato de tal magnitud.
- Deja, te traeré una pastillita para que te sientas mejor. - Tongo se disponía a encaminarse hacia la farmacia del balneario cuando Largo le agarró del brazo.
- No necesito pastillitas! Soy perfectamente competente y no me hacen falta tus mierdas, entiendes??!! - Sus ojos reflejaban odio. - Guárdate tus pastillitas para lo que te haga falta, y si quieres se las metes a alguno de estos por el recto, pero yo no necesito pastillitas para funcionar mejor!
- Largo, creo que se refiere más bien a pastillas contra los mareos... no estoy seguro de que hayas entendido lo que quiere decirte... - Banyo trataba de calmar a Largo. Lamentablemente no surgió efecto.
- Tómate tú la pastilla, Banyo, si crees que te hace falta! Yo soy un machote y no me hacen falta esas mierdas!
- Bueno, bueno... con tranquilidad... vámonos a la sauna a sudar un ratito, mejor. - Landros imponía su paz mientras indicaba al resto que fueran adelantándose.
- Bueno, pero antes iré a por una toalla. - Largo se dirigió hacia las taquillas y extrajo su toalla del interior. - Ya está. Vámonos.
El grupo se dirigió hacia las saunas. Al entrar se encontraron con dos sujetos que parecían estar rodando una película.
- A ver, Pleiten... la idea es que tú te gires hacia la cámara, sonrías, hagas una mueca dejando entrever una sonrisa sospechosa, lances un besito disimulado y dejes caer tu toalla, desprendiéndote de ella lentamente. No seas brusco y te la quites de golpe sin respetar todos los pasos anteriores. - El chico más bajito tenía pelo oscuro. Tenía un bañador puesto con la inscrpción "soy insuperable" en el lomo, y llevaba dos chanclas de distintos colores.
- Pero tío... lo intento, de verdad... lo estoy intentando hacer como dices... - El otro llevaba un pendiente en el oído, era musculoso y estaba dotado de unos grandes labios carnosos.
Al entrar Landros y compañía ambos se giraron y saludaron. Eran gente conocida.
- Landrómeda! - Eufórico, Niti saltó en los brazos de Landros, dándole un caluroso beso en la mejilla.
Landros le dejó caer y con una mirada de desprecio le dio una patada. - Hola, Niti. Hola, Pleiten. No nos estorbéis, sólo estaremos un rato.
- Pero... mi capitán! - Niti volvió a saltar sobre Landros, ésta vez se encaramó a su espalda y mientras forzaba una cara poco inteligente comenzó a escupir a Landros con cada palabra que decía.
- Quítate, Niti!
El resto comenzó a reírse.
Niti se bajó y los demás se sentaron en los bancos de la sauna.
Tras largos minutos de silencio, Niti volvió a las andadas.
- Floyd! Qué tal el tour! te dopaste, verdad?
- Niti... quiero sudar en paz. Como no te calles dejaré que se me escape una descompensada ventosidad anal. - Landros seguía impasible.
- Pero Landros... qué te pasa hoy?
- Que me tienen hasta los cojones.
- Quiénes?
- Los Kuntakintes. Siempre fallan en las citas importantes.
- De qué cojones estás hablando? - Largo participó por primera vez en la conversación. - No habían dicho que vendrían?
- Sí, pero al final se decidieron por acudir a la boda del abuelo del primo del cuñado del padre del amigo de Troncheff. Aquel húngaro que vino un día.
- El ciego?
- Ése.
- Y fueron todos?
- Por lo visto...
- Pero si no le conocían de nada...
- Pero tenía en su casa varias PS3 con varios Pro Evolution Soccer 12... con eso ya sabes que...
- Comprendo... - Largo parecía decepcionado. Había gastado el poco dinero que había logrado reunir a lo largo de 12 años de duro trabajo para subvencionar al equipo y el 70% ni siquiera se presentaba a los partidos. - Bueno... qué le vamos a hacer...
Otro largo silencio invadió la sala. Durante varios minutos nadie abrió la boca.
Jack se había dormido, al igual que Banyo. Johnny también estaba en un trance irrecuperable, pero, para la sorpresa de los que aún seguían despiertos, éste se había dormido en un enorme charco que había en el centro de la sala.
- Pero cómo lo hará? - Landros estaba sorprendido.
- Desde Ortigueira le pilló el gusto a dormir sobre mojado. - Largo todavía recordaba aquella visita al ahora desértico país.
- Bueno... yo creo que me uniré al sueñecito. Voy a ponerme el despertador y en media hora salimos de aquí, ok?
- Ok. - Largo y los demás contestaron a Landros al unísono y comenzaron a dormir.
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1 comentario:
Las anacondas, en la selva... como debe ser. Has pasado de historia de mafias a historia de seres sobrenaturales, mola. De inspiración japonesa, supongo... ¿Godzilla?
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