lunes, 18 de junio de 2007

Capítulo 25: El chiringuito

- 11550, 11600, 11650... madre de Dios... - Vittorio contaba de forma minuiciosa todos los fajos de billetes que contenía el maletín que uno de los capos de la mafia cafetera le había entregado para que vendiese su producto. - Estos cabrones portugueses y su puta manía de pagar en maletines con billetes de 50... no pueden hacer como todos y pagar por transferencia, cheque o billetes más grandes... no... tienen que ser los putos cabrones que dan la nota... 11800, 11850, 11900... justo... 12000. Parece que todo está en orden.
- Vitto... - Largo y Johnny acababan de llegar al recinto y se disponían a montar algunos de los utensilios del chiringuito de la "alternativa". - Dónde dejamos estas cajas?
- Son de la asociación?
- No. Privadas.
- Entonces guardadlas bajo llave en el almacén, junto a los sacos de opio, que aún queda sitio.
- Ok. Vamos Johnny. - Ambos se dirigieron al almacén para guardar sus posesiones antes de ponerse con los preparativos del chiringuito.
Landros, Celia y Maggie ya estaban en el chiringuito montando algunos sistemas de seguridad. Una valla electrificada por orden explícita de Vittorio, una ametralladora con sensor de movimiento y de calor, una cámara de seguridad y unos paneles de activación del sistema en caso de necesidad eran algunos de los sistemas de seguridad del chiringuito.
Todo parecía estar perfectamente coordinado.
Algunos de los integrantes del colectivo de las camisetas graciosas aparecían ya por el recinto. Encabezados por Zanzor se dirigieron hacia el chiringuito.
- Qué huevos lleva el chorbo ese? - Johnny y el Largo ya habían terminado de descargar y guardar todo el material necesario y volvían ahora al chiringuito. Atentos trataban de descubrir lo que Zanzor llevaba entre los brazos. - Parecen ser unos palos con un trozo de tela arriba.
- Será una pancarta. - Vittorio conocía al individuo y sabía que tenía costumbre de dar la nota con ese tipo de espectáculos en acontecimientos de masas. - Veremos qué sorpresa nos espera este año...
- Buenos días, señor don Vitto. - El extraño sujeto tendió su mano de un modo un tanto desconcertante al capo del chiringuito, bajo la atenta mirada de los presentes. - Aquí traigo algunos individuos dispuestos a perder el culo por el chiringuito.
- Gracias, pero espero que eso no fuese con segundas. - Vitto no estaba para bromas, las fiestas estaban a punto de comenzar y aún quedaba mucho por hacer. - Vamos! Nenazas, a trabajar, poneros a cargar los armarios y los frigoríficos, no queremos quedarnos sin stock!
- Eso es!, a trabajar, pedazo de maricones! - Largo parecía alterado... quizás emocionado por la situación. - Y quien se cuele en uno de esos armarios que no vuelva a salir de él hasta que me haya ido o le daré uso a la ametralladora de la entrada para hacer limpieza!
Era bien sabido que al Largo no le agradaba en exceso la presencia de homosexuales. Según él "no es nada personal, simplemente me dan asco". La gente sospechaba que fue desde aquel conocidísimo encuentro con el marino filipino, aunque otros decían que era porque su hermano había visitado la cárcel en siete ocasiones por abatir con bates de acero, ladrillos, puños americanos, cadenas o incluso escopetas recortadas a un total de veintisiete homosexuales. El sentido de justicia que ambos hermanos tenían estaba un tanto desequlibrado con respecto a lo habitual, pero a pocos les importaba.
- Escucha Largo... mejor déjame los discursos a mí, de acuerdo? Encargaros vosotros de servir cervezas al resto de los componentes del chiringuito... aunque os acabéis la mitad de los barriles antes de servir la primera copa, prefiero que no estorbéis en el resto de funciones. - Vitto sonaba enojado, pero mantenía las formas. - Moveros.
Troncheff, Banyo, Beto, Pitorrin, Paris, Jack y Jorge seguían a Zanzor. Algunos ya llevaban puesto el modelito de fiestas, otros aún no se habían aventurado a ponérselo. Jack se escondía avergonzado detrás de Troncheff y Beto. "Espero que no me vean".
Se había negado a ponerse la camiseta, sin embargo ignoraba que Banyo se había preocupado por llevar consigo la de Jack también.
- Me apetece tomar algo... Banyo... puedes hacerme el favor de traerme una Coca-Cola? Esque me gustaría evitar que Johnny y el Largo me vean mientras estén sobrios.
- Ok. - Banyo se disponía a ir a uno de los frigoríficos a coger una lata cuando Zanzor le interrumpió.
- No, espera. Iré yo, de paso me cojo otra para mí.
- Bueno.
Tras unos segundos Zanzor volvió con dos latas. Mientras le daba sorbos a la que sostenía en una mano extendía el otro brazo esperando a que Jack cogiese la suya.
- Gracias. - A Jack le daba mala espina aquel tío. 
Ya tuvo un encuentro un tanto extraño en el hospital cuando le cubrió las espaldas al puto portugués. No le hacía nada de gracia aquella situación y, sin embargo, acabó abriendo la lata y dándole largos sorbos. - Qué raro sabe esto...
- No te quejes... es lo que querías. - Zanzor sonreía de forma disimulada.
- No me quejo, no está mal... pero no parece Coca-Cola.
- Lo sé. Es la nueva producción. Tiene un sabor peculiar.
Jack bebía a un ritmo acelerado y parecía darle tragos con ansia. Tras acabarse la lata pidió otra. Así hasta 4 latas.
- Necesito algo de alcohol, la puta Coca-Cola se me hace empalagosa ya.
Zanzor tardó menos de 5 segundos en correr a por una cerveza. Entregándosela a Jack le sonrió.
- Aquí tienes. Bien fresquita.
- Gra... Gracias. - Jack comenzaba a tambalearse y a sentirse un tanto acelerado. Sentía mucho calor y su chupa de cuero le hacía sudar de forma descompensada. - Necesito quitarme esto... hace mucho calor.
- Sin duda. Sabía que tendrías calor, por eso te he traido esto. - Banyo le lanzó la camiseta que llevaba guardada en su mochila.
- No me des esta mierda... te he dicho que no quería ponérmela... - Tras acabar su frase Jack se sentó en el suelo sudando y jadeando levemente. - Buff... qué calor... me acabo esta cerveza y me traes otra, Banyo... que si no me da algo...
No tardó ni cinco minutos en acabarse otras dos latas de cerveza cuando de repente empezó a ver colores y figuras de todo tipo. No sabía ni dónde estaba y todo le daba vueltas. Tras otros 5 minutos de delirio acabó tumbándose. Banyo y Jorge aprovecharon para ponerle la camiseta y le tumbaron en el interior del chiringuito para que descansara un rato.

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